martes, 7 de febrero de 2012

La Era de la Multipolaridad

LA ERA DE LA MULTIPOLARIDAD
Richard N. Haas Presidente del Council of Foreign Relations, publicó un articulo muy interesante en el volumen 87, número 3, de la revista “Foreigns Affairs’, en su edición Mayo-junio 2008, páginas 44-56, bajo el tema: “La era de la no Polaridad: Lo que seguirá al dominio de Estados Unidos”.

Desde el inicio, el autor plantea la siguiente tesis: “La característica de las relaciones internacionales del siglo XXI está siendo la no polaridad: Un mundo dominado no por uno o dos o incluso varios Estados, sino por docenas de actores que tienen y ejercen diversos tipos de poder. Esto representa un cambio mayúsculo frente al pasado.”

El autor hace a renglón seguido una panorámica histórica desde los inicios del siglo XX, del orden mundial surgido de la Segunda Guerra Mundial, de la guerra fría y su marco ideológico y la carrera armamentista, el fin de la guerra fría y el advenimiento, como sostuviera Brzezinski, de la primera y tal vez única potencia global de la historia de la humanidad, terminando con una descripción, que fundamenta su tesis, de que el poder en la actualidad es menos unipolar y mas multipolar.

El fenómeno es comprensible, porque en la historia, cadena de procesos, se han originado contrapesos al estado de cosas reinante. Un orden ha entrado en crisis para pasar a ser sustituido por otro dentro de la mecánica de la historia, sujeta a la fuerza de la historicidad que es fundamentalmente dinámica.

El mundo anterior, es decir el de la guerra fría, frase surgida de la obra del Asesor de Seguridad y periodista, Walter Lippman y publicada en 1947, era un orden mundial bípedo. El orden mundial que surgió luego del final de esa era de calenturas y crisis, es un mundo que cojea por andar en una sola pata. Claro que muchos analistas están de acuerdo con Richard Haas en cuanto a que llegó el final de ese mundo unipolar. Pero todo proceso histórico lleva tiempo en completarse.
De la guerra no tan fría de las ideologías se ha pasado a la guerra por los mercados. La economía, ese motor fundamental de la historia, se ha encargado de provocar nuestra entrada, brusca y sorpresiva, a la era del cambio, de la globalización o mundialización.

Destaca Haas en su ensayo, la repartición actual del poder global entre las principales potencias; China Estados Unidos, India, Japón, Rusia y la Unión Europea, quienes juntos tienen un poco mas de la mitad de la población mundial, el 75% del Producto Interno Bruto mundial y el 80% del gasto global en materia de defensa. Estas cifras las resalta para demostrar la aparente, y engañosa, multipolaridad del mundo actual.

El hecho que el autor quiere destacar es el de que esos actores en masa no son Estados nación en sentido estricto, sino un conglomerado de organizaciones globales y regionales, grupos de presión, organizaciones no gubernamentales y otras, que juntos, hacen que el poder mundial esté “menos concentrado que nunca, difundido entre muchas manos y disperso en muchos lugares”.

Ya en 1982, durante la administración de Ronald Reagan, se creó un grupo de consultores que fueron denominados como el Grupo de Santafé, por el lugar en el que se realizó esa primera reunión, cuya misión, en plena guerra fría, era la de hacer un análisis sintomático, lo mas imparcial posible, del poder e influencia estadounidense en el mundo, y junto a ello elaborar proyecciones y sugerencias en el terreno resbaladizo de la prospectiva.

El grupo volvió a reunirse en la administración Bush, antes de los ataques terroristas de septiembre de 2001 y produjo un documento interesante, al que titularon “Las 9D”, porque el conjunto de variables que ponderaron, todas comienzan con esa letra, concluyendo en la última D con la declinación del poderío estadounidense en el mundo.

Las causas que apunta Richard Haas en su estudio no difieren en gran manera de las que presentó el Grupo Santafé, no obstante haber casi una década de distancia entre ambos documentos. Destacando el hecho de que los Estados Unidos son la mayor potencia militar del mundo, pero también tiene en cuenta la caída de la participación estadounidense en el PIB mundial, que a la fecha del ensayo, era de un 25% con un monto de alrededor de 14 billones de dólares, lo que la hace la mayor economía global. Pero a los sesenta días de la publicación del ensayo, en agosto de 2008, llegó la crisis económica global, que tuvo su epicentro en la economía norteamericana y alteró y sigue alterando el mapa económico global.

El fenómeno es mostrado por Haas en su ensayo, y muestra el proceso histórico de la posguerra fría, el paso de la bipolaridad al mundo unipolar y el consecuente y actual proceso de pasar a la multipolaridad, hechos que fueron analizados por tratadistas pertenecientes a la corriente realista de las relaciones internacionales, entre los que cita a Charles Krauthammer, quien ha afirmado que “ la multipolaridad llegará con el tiempo, quizá en una generación mas habrá nuevas potencias que se equipararan con los Estados Unidos y el mundo se parecerá en su estructura, a la era previa a la Primera Guerra Mundial”

Aunque de inmediato afirma que lo proyectado por el también articulista de Foreigns Affairs, no ha sucedido todavía, la advertencia de Haas va enmarcada en la determinación e identificación del proceso, sus síntomas y las obligatorias sugerencias y recomendaciones a la administración de la política internacional norteamericana para fortalecer y reconcentrar nuevamente el poder global, en caso no solo de que quiera hacerlo, sino de que pueda hacerlo.


El autor comienza mostrando esa declinación o falta de influencia, o de facilidad de transformar poder en influencia por parte de la gran nación del norte, en el campo de la economía, debido al avance de los gigantes asiáticos, el fenómeno de la desindustrializacion buscando mano de obra barata, que agregamos nosotros, y la apertura de los mercados globales a la amplia gama de mercados y manufactura asiática, mayormente China, país que tiene casi dos décadas creciendo, pero trata de mantenerse en un bajo perfil para no ser vista como una amenaza en el concierto internacional.

Además, el autor resalta el hecho de que “la transición hacia un mundo no polar tendrá consecuencias especialmente negativas para Estados Unidos. Tanto por lo que ha hecho como por lo que ha dejado de hacer” en la escena de las relaciones internacionales, en el aumento en cifras importantes del consumo de petróleo y sus derivados, junto a la falta de una política estatal en materia de energía, el aumento en el gasto interno discrecional y las costosas campañas militares en Afganistán e Irak.

El estudio cita además la proyección de la “tesis de la sobreexpansion imperialista” hecha por el analista Paúl Kennedy en el sentido de que los Estados Unidos finalmente declinarían por sobreexpansion, al igual que otras grandes potencias del pasado. La tesis se cumplió en la Unión Soviética con su desmembramiento en 1991, pero los Estados Unidos, sigue diciendo Haas, no han demostrado ser inmunes a ella.

El fenómeno actual de la globalización, señala el autor, facilita y fortalece la no polaridad en dos formas fundamentales. Primero el hecho de que muchos flujos transfronterizos ocurren sin participación y hasta sin conocimiento de los actores estatales y, segundo, esos mismos flujos fortalecen las capacidades de los actores no estatales, quienes van ganado importantes cuotas de poder e influencia local, regional e internacional, agregamos nosotros. Concluyendo que “cada vez es mas evidente que ser el Estado mas fuerte ya no significa tener un cuasi monopolio del poder “.

Ha quedado atrás la política sectaria de la pasada administración en el sentido de que la doctrina era “o están con nosotros o contra nosotros”. Esa pérdida de influencia estadounidense en la promoción de iniciativas o respuestas colectivas a desafíos regionales o globales se va haciendo cada vez mas notable. Las reglas del juego ya no las dicta entera o casi enteramente Washington, sino que la atención a las sugerencias y propuestas se va haciendo cada vez más laxa y flexible, hecho que denuncia la socorrida multipolaridad que sostiene el autor del ensayo en cuestión. El consenso de Washington se está debilitando.

Sobresale además el hecho de que “el multilateralismo será esencial para hacerle frente al mundo no polar.”Ante esta realidad Haas sugiere la reconstitución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas junto al G-8, además la firma de acuerdos con menos partes o actores internacionales y con objetivos mas específicos. Es posible que el multilateralismo a la carta resulte ser la norma de las relaciones internacionales del resto del siglo XXI. La no polaridad complica la diplomacia.

En realidad el análisis no toma en cuenta, o tal vez toca de soslayo, al importante aspecto cultural de las relaciones internacionales. El llamado “actor cultural”. Después de todo, toda iniciativa en materia de relaciones internacionales y toda fluctuación o cambio del equilibrio del poder global afecta y afectará necesariamente a los países, a los activos humanos pluriculturales que los conforman.

Propone, por último, una especie de multipolaridad concertada, que busque la integración global en procura de la estabilidad. Sugiere además en su interesante ensayo, la constitución de un grupo central de gobiernos y terceros comprometidos con un “multilateralismo cooperativo”. Tales sugerencias, a juicio del autor, “no eliminarían la no polaridad, pero ayudarían a manejarla y disminuirían la probabilidad de que el sistema internacional se deteriore o desintegre”.

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