La
unificación coreana y su desnuclearización
El
escenario geopolítico global contemporáneo está marcado, como nunca antes, por
el riesgo nuclear. La sociedad se ha acostumbrado, al parecer penosamente, a lo
que Vladimir Putin llamó “histeria nuclear”, dentro de los dimes y diretes
entre Trump y Kim Jon Un, el líder de Corea del Norte. Aunque, en su discurso
ante el pleno de la Duma, el líder ruso, sin duda el más notable estadista del
mundo contemporáneo, calentó la situación global, con su retorica firme y
pausada, mostrando al mundo, no solo los logros de sus años de resucitación de
la federación Rusa, sino armas de destrucción con ojivas nucleares de alcance
estratégico ilimitado y velocidades de Mach20, como el misil intercontinental o
ICBM, Sarmat o Satanás en ruso, el
Kinshal y unos mini submarinos no tripulados, todos indetectables y que, según
él, ningún país tiene ni puede superar, y que además, dejarían sin utilidad
alguna al escudo de misiles, de Estados Unidos y la Organización del Tratado
del Atlántico Norte, OTAN, que rodea a
Rusia, incluso en países que antes estaban bajo la influencia soviética, como
Estonia, Letonia, Lituania y Polonia. Este anuncio, incendió o reinició la
mecha de una nueva estrategia que hemos querido llamar guerra fría 2.0.
En el marco geopolítico previo al de la guerra fría, siempre se discutió
entre las potencias el “casus belli”, dentro de las llamadas armas
convencionales, mientras que los últimos diez años, o más bien después del
trauma de la operación de falsa bandera en las Torres Gemelas, el debate y la
amenaza constante, es el riesgo nuclear. Desde su entrada en la guerra de
Vietnam, heredada de los franceses, hasta la fecha, los Estados Unidos no
pueden mostrar una sola guerra ganada, al menos dentro de los estándares de la
guerra convencional. Es posible que las guerras de cuarta generación o
asimétricas, en las que se ha involucrado, sean en realidad estrategias de
guerra de ocupación y desgaste, para debilitar y desestabilizar algunos países
en su lista negra, sin poder exhibir triunfo alguno, de acuerdo a los
parámetros convencionales de la teoría clásica de la guerra y del conflicto.
En la historia de la
histeria nuclear, solamente durante la crisis de los misiles rusos en Cuba, en
octubre de 1962, se calentó excesivamente la amenaza, pero gracias a la flema
de John FitzGerald Kennedy y del campechano Nikita Krushov, se le buscó una
salida, se dijo adiós a las armas, y se impuso la distensión. Tampoco puede
negarse que durante ese interregno caliente de la llamada “guerra Fría” por
Walter Lippman, en su novela, las dos superpotencias, solo se mostraban los
dientes y tercerizaban sus guerras a otros países, en lo que Henry Kissinger
llama “guerras subsidiarias”. Eran, como una pareja con problemas que se va a
pelear al aposento ajeno.
Pero el escenario actual
es muy distinto. Durante la guerra fría, todo el manejo geopolítico nadaba, o
estaba impregnado de la lucha ideológica, que se expresaba en realidad, en la
carrera por la supremacía militar- nuclear de los arsenales estratégicos.
La guerra de Corea, 25 de
junio de 1950 al 27 de julio de1953, a la que consideramos como “la primera
guerra caliente de la guerra fría”, provocó el hecho de que haya dos Coreas, es
decir, igual división por medios bélicos como la que sufrió Alemania al salir
de la Segunda Gran Guerra europea de 1939 al 1945, hasta su posterior
unificación en 1989. Estados Unidos y la Unión Soviética midieron fuerzas en la
Península de Corea, se la dividieron con un armisticio en julio de 1953,
llamado el Acuerdo de Paz de Panmunjom y, técnicamente Corea del Norte todavía
permanece en guerra no declarada con los Estados Unidos, país, que, bajo la
presidencia de Harry S. Truman, dejó caer casi una bomba por habitante en la parte
norte de la península disputada y dividida actualmente, en el paralelo 38. Ese
mismo Presidente, apretó el gatillo nuclear el 6 y el 9 de agosto, cinco años
antes, contra Hiroshima y Nagasaki.
Truman, el Presidente
norteamericano número 33 –número masónico, orden de la que era Gran Maestro
Grado 33, al igual que Roosevelt, también Mason, había nacido en Lamar,
Missouri, en 1884, sucedió a Franklin Delano Roosevelt, de quien era
Vicepresidente, tras su muerte el 12 de abril de 1945, permaneciendo, ya electo,
hasta 1953 en la Casa Blanca.
Tres aspectos se deben
destacar de estos hechos: Primero, se daba inicio a la era nuclear, produciendo
una convicción generalizada de que los Estados Unidos era invencible, y no era
aconsejable en ningún sentido, desafiar tal poderío y capacidad destructiva.
Surge así la doctrina de la disuasión nuclear. El segundo aspecto es que, acaso
por primera vez o al menos de forma abierta y sin guardar las apariencias, no
se discriminaba entre blancos estratégicos militares y blancos civiles, para la
aniquilación pronta y masiva. El tercer aspecto, es que la capacidad de
destruir en masa, con daño presente y a futuro, producto de los ataques con
esas nuevas armas, mostraba al mundo, y colocaba a los Estados Unidos a la
vanguardia de la tecnología militar estratégica.
Aquella Alemania, dividida
como Corea, surge dividida y humillada de las sanciones y la carga que pesó
sobre su economía por la rendición incondicional y la condena a pagar todos los
daños de la guerra: sus bombardeos y de las tropas del eje y la de los aliados,
es decir, toda la destrucción y el pasivo de aquella guerra irracional, de la
que nadie nos ha explicado el por qué, o nos han mentido, cargando sobre los
hombros de Hitler toda la culpa, por la supuesta invasión de Polonia, cuando en
realidad, la partición de Polonia se debió a los acuerdos Riventrop-Molotov,
nombres de los dos Ministros de Exteriores, Alemán y Soviético. Cada uno tomó
su pedazo del pastel.
La división de Alemania
tuvo como marco la derrota bélica, la división de Corea tuvo, además del
fantasma de la guerra, una nueva expresión de sectarismo ideológica. Si los
Estados Unidos y la Unión Soviética no van a pelear al aposento y al patio
ajeno, jamás hubiésemos tenido dos Coreas. Al final, por la firma del
armisticio, quedaron divididas en dos zonas de influencia: La soviética al
norte y la Estadunidense al Sur, y han permanecido así, aun a casi treinta años
de haber concluido, o lo mató el mercado global y el neoliberalismo, el marco
ideológico que separaba a los exportadores de la guerra que las enfrentó y
mantiene separadas. Alemania fue unificada por la sola voluntad de las dos
grandes potencias mundiales de la guerra fría. Lo mismo puede hacerse en Corea,
si existe la voluntad estratégica necesaria.
Corea del Sur, con su
capital Seúl, tiene una población de cerca de 52 millones y Corea del Norte,
con su capital Pyongyang, con casi la mitad, es decir cerca de 26 millones de
habitantes, son dos expresiones distintas de una misma experiencia histórica y
de la penetración y propaganda de dos visiones político ideológicas distintas
y, por ello, enfrentadas. Estas tensiones y diferencias han permanecido en la
actualidad.
Un escenario favorable en
el corto plazo, seria la unificación pura y simple de la Península de Corea y
la desnuclearización de sus armas estratégicas, por parte de la Corea del
Norte. Un escenario menos positivo, debería incluir el recrudecimiento de las
tensiones y el posible y probable, inicio, por parte de Corea del Sur, de algún
programa nuclear con fines militares, por supuesto con ayuda y aprobación
norteamericana, lo que agravaría las tensiones estratégicas en la región
asiática.
La próxima reunión entre
el Presidente Trump y el líder
Norcoreano debe ser auspiciosa y debe bajar el tono de los insultos
abiertamente nada diplomáticos, entre ambos y contribuir así a la disminución
de la ardiente caldera regional asiática. En esta nueva iniciativa, que se
desarrolla en los días en que esto escribimos, juegan su papel preponderante y
de indudable influencia no sólo regional sino global, la nueva Rusia del Zar
Vladimir Putin y la China contemporánea del Mandarín Xi Ji Ping. El primero se
reelegirá el 18 de marzo, por otros seis años, y el Presidente Xi, ya tiene
aprobación y carta abierta para la reelección sin límites, gracias a una
reforma Constitucional aprobada a unanimidad.
Es posible que el tablero
del poder global comience a recomponerse con esta cumbre sorpresiva y
sorprendente entre Norcorea y los Estados Unidos, El escenario global, nada
halagador, puede redefinirse en las conversaciones en la Península Coreana y
bosquejar allí y desde allí, la posibilidad del entendimiento entre las grandes
potencias, para el lanzamiento de un G2 del poder global, compuesto, según Brzezinski,
por Estados Unidos y China contra Rusia, o, según Kissinger, formado por
Estados Unidos y Rusia, contra China.
Lo cierto es, dándole
razón a Richard N. Hass y otros analistas de la geopolítica y la situación
mundial, como Alfredo Jalife Rahme, que sin el acuerdo entre esas tres
potencias, cada una con sus fortalezas y debilidades, agrupadas en un G3 global
y manteniendo sus marcos de influencia respectivos y regionales, la
civilización humana, tal como la conocemos, podrá continuar su ciclo histórico,
o ser extinguida para siempre en una guerra de armamento nuclear, en un
enfrentamiento de destrucción mutua asegurada, en un suicidio mutuo y recíproco.
El mundo será tripolar o no lo será ya más.