Globalidades
“Tambores de guerra”
Todo ha cambiado en los últimos cincuenta
años, con una gran aceleración global en los últimos veinte. Observando
fílmicas de la Primera
y Segunda guerras mundiales, de Viet Nam inclusive, puede apreciarse cierta
“formalidad” o convencionalismo, no solo
en la formulación de la guerra sino también en el curso de los enfrentamientos
bélicos.
Como todo
ha cambiado con la globalización, la guerra como fenómeno internacional no
podía quedar fuera de la era del cambio. Von Klasewitz, acaso el mas citado
pero el mas desconocido de los estudiosos del fenómeno de la guerra, no ganó
batalla alguna, sino que pudo tener larga vida para escribir seis tomos sobre
el tema, publicados póstumamente por su viuda. Este maestro indiscutible nos
habla de la guerra convencional, del modelo de guerra clásica, sin las
terminologías que han surgido posteriormente; no de coaliciones, aunque sí las
analiza usando el término de guerra de alianzas, es lo mismo que el General
Colin Powell llama guerra de coaliciones, aunque son la misma cosa.
La
historia de la humanidad -dijimos en alguna parte- es la misma historia de la
guerra: grandes o pequeñas, convencionales o no. Con el cambio de las
estrategias de gestión geopolítica, ya libre de ideologías, los Estados Nación
han repensado o reformulado la guerra, o por el contrario los acontecimientos
posteriores a 1990, los han obligado a aceptar y asumir los cambios. Le han
dado la razón al maestro del Arte de la Guerra , cuando dijo, “La guerra es la continuación
de la política por otros medios”.Es decir, se pasa de los medios políticos
diplomáticos, al empleo de los medios militares o de defensa que se disponga.
La guerra
de coalición se registró más bien como estrategia en las dos grandes guerras
del Siglo XX, llegando a estar bajo el mando de un solo hombre, el General
Dwight David Eisenhower, la mayor cantidad de tropa desplegada de la historia
de la humanidad, con su teatro de operaciones en el frente europeo. Las dos
coaliciones eran, por un lado los llamados aliados, Estados Unidos, Reino
Unido, Francia y otros actores secundarios, y, en el otro, Alemania, Japón e
Italia, entre otros actores menores.
Pero estas
coaliciones o alianzas sirvieron de base, experiencia y tema de estudio para la
formulación de las nuevas estrategias de coalición de la era global. Ahora,
partiendo de la Operación Tormenta
del Desierto de 1990 contra Irak, un antiguo aliado de los Estados Unidos
contra Irán, todavía con resabios ideológicos de la entente USA-URSS, se arman
coaliciones bélicas de variada base, composición y motivación, la historia, la
pertenencia a bloques comerciales, la tradición e intereses comunes y
compartidos, entre otros, son piezas claves en la recomposición y armado de
estas alianzas, ya que son adaptables a los intereses geopolíticos.
Por ello,
tan pronto suenan los tambores de guerra en el mundo, anunciando alguna posible
guerra o incursión aliada encabezada por los Estados Unidos, se piensa
automáticamente que el Reino Unido los va a acompañar en la nueva aventura
bélica; se piensa también, aunque con menor certeza, que Alemania y Francia también
asistirán a esa fiesta de la muerte; Japón que es un delfín cooptado por ellos
desde su rendición incondicional, luego de las dos bombas genocidas en 1945 y
la firma del acuerdo militar ilimitado que tienen, se une tímidamente con
algunas declaraciones de su conservadora diplomacia militar, de manera mas
moral que efectiva; mientras que China mantiene, afortunadamente, su postura de
aparente neutralidad.
China no
acompañó, al menos formalmente, a ninguno de los bandos de ambas guerras mundiales, ni durante la guerra fría, ni ahora en la postguerra fría, ni en
Irak, ni en Afganistán, ni nada; China se encerró a crecer desde 1895, cuando
terminó la guerra chino japonesa. Volviendo a enfrentarse a Japón entre
1937-1945, terminando con la derrota y rendición incondicional japonesa. Desde
entonces no mas guerra, pero si armamentismo industrial para la defensa.
Ahora las
guerras no tienen un solo teatro de operaciones como hace setenta u ochenta años. El teatro de las guerras actuales tiene un escenario físico geográfico
donde se libran las batallas, pero además tiene varios escenarios alternos,
político-diplomáticos, y hasta virtuales donde se pelea simultáneamente con
otros medios para el mismo fin bélico: El escudo y baterías antimisiles, el
campo de inteligencia estratégica militar, la ciberguerra, la información, los
medios de prensa nacionales e internacionales y otros.
Un General
desplegado en Irak, por ejemplo, no solo dirige y supervisa las operaciones del
día a día de la guerra, sino que monitorea en pantalla, el movimiento y
posiciones de los Drones o aviones no tripulados, verifica el movimiento de
personal, equipo y armamento por medio de sistemas de posicionamiento global o
GPS, recibe y envía mensajes encriptadas desde su ordenador portátil o su
celular, recibe y envía informes al Pentágono acerca del curso de las
operaciones y la escalada de hostilidades, se reúne con aliados, negocia con
los contrarios, interroga prisioneros de guerra; además de mantenerse muy
atento a los noticiaros 24/7 de CNN, CBS y Aljazeera, entre otras ocupaciones
importantes.
Otro
elemento al que la guerra no ha podido sustraerse es al de la vastísima
aplicación del cambio tecnológico: visión nocturna, transmisiones inalámbricas
y satelitales, armamento de última generación, poco peso y alto nivel letal,
GPS, antibalas de Kevlar, bombarderos ligeros no tripulados que han convertido
en pieza de museo al B-52, entre otros.
Pero hay
otros cambios en los gestores y agentes del negocio de la guerra: Ahora no
tienen el elemento ideológico de la Guerra
Fría , pero sí pueden tener el elemento ancestral y emotivo
del patriotismo; el peligroso fanatismo religioso o el interés francamente pecuniario
y mercantil de los soldados a sueldo, los mercenarios internacionales, los condotieros
postmodernos que no necesitan, ni les interesa, una ideología, ni patriotismo
alguno.
Ahora se
habla de “insurgentes” o “rebeldes” refiriéndose a personas que están
enfrentando, desde y en su propia nación la agresión de alguna super potencia
extranjera, que tiene varias veces su población y territorio, su PIB y hasta su
armamento y que se encuentra a miles y miles de millas de su casa; estas
condiciones de desigualdad y desequilibrio, traen como consecuencia la llamada
guerra asimétrica, informal y no convencional; la que se pelea en estos tiempos
donde la irracionalidad ha derrotado a la razón, donde siempre está presente la
manipulación mediática como otra gran guerra paralela.
De lo que
estamos viviendo ahora, advirtió al mundo el mismo General Eisenhower al
despedirse como Presidente de los Estados Unidos en 1960 y entregarle al joven
y primer católico en la Casa Blanca ,
John Fitzgerald Kennedy, “no habrá paz en el mundo mientras la industria
militar y su lobby tengan tanta influencia en las decisiones que se tomen en
Washington”. La Guerra
es una industria de la muerte que motoriza la economía norteamericana y de las
grandes potencias.