martes, 7 de febrero de 2012

Acuérdate de Abril

ACUERDATE DE ABRIL
1965, LA OTRA HISTORIA

Estudio preliminar

El fajo de papeles que el lector tiene en sus manos no es una reiteración de todo lo que se ha escrito acerca del proceso de abril. No se trata de más de lo mismo, ni de llover sobre mojado. El autor, aprovechando su estadía de casi tres años en Washington, DC, primero como estudiante del Colegio Interamericano de Defensa y luego como Asesor Académico de la entidad hemisférica, dependiente de la OEA; tuvo acceso a fuentes y archivos que contienen documentos desclasificados y que son un aporte fundamental para realizar una mejor, y mas objetiva, investigación de la erróneamente llamada revolución de abril de 1965.

Comenzaremos por aclarar algunas trampas de la semántica en cuanto a la dispersión de términos para consagrar y fijar en la historia reciente al proceso que, bien visto, comenzó con el golpe de estado del 25 de septiembre de 1963, decapitando el primer intento democrático pos Era de Trujillo.

Al proceso o cadena de acontecimientos que comenzó desde abril 24 de 1965 hasta el 26 de septiembre de 1966, fecha de salida de las tropas, ha sido llamado como guerra patria, revolución, revuelta y como “la guerra” únicamente. El proceso como tal puede considerarse que concluyó con la designación del Doctor Héctor García Godoy como Presidente provisional y la fijación de fecha para las elecciones generales de ese año; hemos considerado ubicar las investigaciones históricas hasta el día mismo de la salida de las tropas de ocupación.

Los historiadores nacionales no se ponen de acuerdo, ni tampoco consultan el diccionario, en ponerle un título o nombre al proceso histórico registrado en nuestro país que tuvo su epicentro en el sábado 24 de abril de 1965. Hay que escribir sobre abril mientras no sea abril.
El error puede ser deliberado en ocasiones, mientras que en otras es fruto del desconocimiento de la semántica. El proceso de abril es llamado indistintamente y en ocasiones como guerra, revuelta, guerra patria o revolución.

Si se toma en cuenta lo batidos, acotejados y traídos por los pelos que resultan muchos hechos de la historia dominicana, entonces cualquiera se puede sentir movido a sospecha y deseoso de hacer un análisis aclaratorio que, en el caso nuestro, no presume tener la verdad absoluta en sus manos sino tan sólo arrojar un poquito de luz al enredo.

Todo hecho histórico debe ser asumido como causal, es decir hijo y creación, gracias a la mecánica de la historia, de otros hechos que lo condicionan y determinan. Cada hecho es parte de un proceso movido por la historicidad.

Algunos, una gran mayoría, llaman “guerra” a lo que comenzó por aquellas fechas. Pero estrictamente no fue una guerra. Estaban en pugna dos sectores militares, unos en apoyo a la Constitucionalidad y otros eran arquitectos y seguidores del golpe. Unos estaban con los yanquis y otros eran nacionalistas.

Como elemento externo en esta lucha fratricida, surgió la ocupación militar Norteamérica con la entrecomillada Fuerza Interamericana de Paz, de la OEA comandada por el General brasileño Hugo Panasco Alvin, enviado a defender los intereses norteamericanos en el país y a evitar, a sangre y fuego, “otra Cuba en el Caribe”.

Si se ven estos frentes, lejos de la teoría de la guerra convencional, entonces no era una guerra, aunque estuviese presente personal enemigo armado y ambos bandos se estuvieran disparando. Entonces Abril no fue una guerra.

Tampoco fue una “revolución” porque la palabra misma tiene en su cuerpo el concepto de cambio y la finalidad de toda revolución o el hijo natural de toda revolución de la historia, es precisamente el cambio del sistema político. Entonces no fue una revolución tampoco.
Nos queda entonces como refugio, la palabra “revuelta”, que se adapta mas a los hechos, a las luchas intestinas por el poder heredado de Trujillo y su fallida dinastía junto a lo que había dejado en pie, el famoso y archicorrupto Consejo de Estado claque política conservadora, alimentada por el régimen, que le habían escrito loas, odas y poemas y que se encargaron de repartirse los bienes del Estado tras la muerte de Trujillo y la salida de su familia.

Estaba la lucha por la hegemonía de los militares de horca y cuchillo, ya sean técnicos y sin Comando alguno, como Pedro Bartolomé Benoit, que se convierten en entreguistas y piden por el teléfono rojo, la llegada de las fuerzas de ocupación, o formadores militares que se auto ascienden y vuelven las armas de la República, tanques y aviones, en contra de su propio pueblo, como el Coronel Elías Wessin y Wessin. Entonces aquello no fue guerra ni mucho menos revolución.

En este libro que pretende presentar hechos y actuaciones que han sido mantenidos ocultos debajo de la alfombra por mas de cuarenta años, el autor se sirve para sus investigaciones y presenta gran cantidad de documentos oficiales que fueron mantenidos en secreto hasta el 2005, fecha en que fueron desclasificados por organismos del Gobierno de los Estados Unidos, ya que eran considerados como documentos y archivos de seguridad nacional. La promulgación de la FOIA, (freedom of information Act), por parte del Gobierno norteamericano abrió las selladas compuertas y permitió el acceso a informaciones de primer orden. El Presidente Lyndon Baines Johnson exigió desde el inicio de su mandato desde el 22 de noviembre de 1963, que todas sus conversaciones telefónicas oficiales fuesen grabadas y transcritas, además de los temas y puntos de discusión de sus reuniones de trabajo. Este hecho facilita y enriquece la investigación histórica, porque se puede obtener sus instrucciones a ministros y miembros de su Gabinete, su parecer acerca de los temas, además de lo que le contestaban y sugerían sus asesores.

En los archivos del Departamento de Defensa, DoD, con sede en el Pentágono; del Departamento de Estado, DoS, de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, por ejemplo y como dato curioso, estrenaba un nuevo Director el mismo 28 de abril de 1965, fecha de la llegada de los primeros Marines; y en los archivos de la Biblioteca del Congreso y en los Archivos Nacionales; (National Archives), se encuentran muchas verdades ocultas acerca de la participación de algunos protagonistas internacionales, como Lyndon Baynes Johnson, Mc George Bundy; el Secretario de Defensa Robert Mc Namara, el Secretario de Estado Dean Rusk, del Director de la CIA, del Secretario General de la Organización de Estados Americanos, OEA, el Uruguayo José A. Mora; del Embajador de los Estados Unidos en la Republica Dominicana, William Tapley Bennet, y del Mayor General de los US Marines Bruce Palmer, Jr., por citar algunos.

Pero también aparece la participación, con datos, fechas, conversaciones telefónicas, diseño de estrategias para resolver el caso Santo Domingo, llamadas pidiendo envío de tropas de ocupación y suministros de municiones, armas y equipos y las negociaciones ocultas tras bastidores que mantuvieron personajes como el Doctor Joaquín Balaguer; el Coronel Técnico Pedro Bartolomé Benoit Vanderhorst, el Coronel Elías Wessin y Wessin, y otros muchos “héroes nacionales”, con las autoridades norteamericanas de las que eran no solo voceros, intermediarios y negociadores, sino también fueron los orientadores y leales colaboradores con las tropas de ocupación. Además los Presidentes del proceso, el Coronel Pedro Bartolomé Benoit, quien estuvo seis días; Rafael Molina Ureña; el General Antonio Imbert Barreras, E.N.; el Coronel Francisco Alberto Caamano Deno, P.N., y el periodo del Presidente Provisional Héctor García Godoy.

Presentamos y transcribimos íntegramente memorándums de inteligencia de la CIA, donde aparecen opiniones y perfiles de los protagonistas del proceso histórico, por ejemplo uno que tilda a Antonio Guzmán Fernández, como “un hombre bueno pero débil” y a Juan Bosch como “un hombre mas interesado en la literatura y en la utopía del comunismo que en el ejercicio del mando”.

Los documentos revelan hasta donde llegaban, y llegan, los tentáculos de las agencias e instituciones de los Estados Unidos, al sugerir la formación del gabinete completo que habría de integrar el Gobierno de Reconstrucción nacional con el General Antonio Imbert Barreras como Presidente. En ese documento ya desclasificado aparecen personalidades ligadas al Trujillato, con largas colas que pisarle y que posteriormente, ya establecido Joaquín Balaguer con la anuencia y bendición del consenso de Washington, tuvieron su cuota de poder y participación asegurada en la Era de los doce años, del 1 de julio de 1966 al 16 de agosto de 1978.

Una de las formas mas científicas de escribir la historia es referenciándola con documentos. No basta citar opiniones interesadas y construir un collage, un muñeco de trapo de los procesos históricos nacionales o internacionales, un muñeco así no llegara mas que a ser un títere o un muñeco de ventrílocuo. El amplio material; documental buscando con olfato de sabueso, traducido, pesquisado debidamente y presentado al lector no solamente facilita una mejor y mas objetiva comprensión y conocimiento de los hechos de la revuelta cívica de abril de 1965, sino también, y esto es mas valioso e importante aun, permite comparar de manera critica la versión muchas veces torcida y manipulada de los hechos que nos han contado, para formarse una mejor visión de los mismos y de los personajes actuantes.

Carlos Marx aconseja que “la historia debe ser contada sin odios, pero también sin amor” y esa es una de las tareas fundamentales del autor; sabiendo que como humano, en la lista de protagonistas grandes y pequeños del proceso de abril de 1965, hay quienes no son del agrado particular o colectivo, debido a su accionar y a las implicaciones de esas mismas actuaciones, procura limitarse a exponer los hechos, no de la forma ni con los alcances en que han sido presentados por la gran mayoría de historiadores dominicanos, sino basándose en documentos nunca antes vistos o de muy limitado conocimiento, donde se muestran verdaderas revelaciones llamadas a poner en contraste y en una posición mas justa y apegada a la verdad histórica a esos nombres sonoros del abril que nunca debemos olvidar. Lo hacemos con la clara conciencia de que la epidermis social dominicana es demasiado sensible; es mas bien hipersensible. Muchos historiadores en ejercicio de su respetada libertad, rehúyen mencionar nombres, hurgar en fuentes y documentos nacionales y extranjeros, citar hechos o declaraciones de testigos; en fin evaden mostrar los personajes del proceso histórico de abril de manera mas detallada, completa y objetiva, para no malquistarse con los protagonistas que aun viven o con los hijos y parientes de estos personajes de la historia que detentan y ostentan actualmente altas cuotas del poder nacional.

La investigación histórica contenida en este libro, persigue y le gustaría alcanzar, la meta de no repetir lo mismo que han dicho tantos autores en tantos libros que pueblan la bibliografía nacional de una literatura secuestrada en dos temas o procesos fundamentales de nuestra historia republicana: La Era de Trujillo y la llamada Revolución de Abril.

Toda investigación histórica debe tener un punto de partida en la línea del tiempo. Colocar el inicio de la guerra patria de abril de 1965, en la noche del martes 30 de mayo la ubicaría como bastante lejana, sin embargo, ahí puede decirse que comenzó un proceso nuevo e incierto de nuestra historia nacional; si se ve con la lupa de la historicidad o mecánica de la historia, donde un acontecimiento, lejano en el tiempo y en el espacio geográfico, condiciona y es en si mismo el germen de otra cadena de acontecimientos o procesos históricos futuros. Un error común en la historiografía dominicana consiste en dar como acabados procesos históricos que comenzaron en una fecha determinada y especifica, como si la Historia fuese estática, inmóvil. Tal acontece con la fecha del 27 de febrero, por tomar un ejemplo al azar. La independencia, o mas bien, la separación o desprendimiento político de la parte Este de las Isla Española de la Republica de Haití, única nación que existía por esas fechas en este común territorio insular, no comenzó el 27 de febrero de 1844.

En un ejercicio científico, no falto de conjeturas, puede afirmarse que comenzó en diciembre de 1821, con la proclamación por parte del letrado Don José Núñez de Cáceres de la llamada Independencia efímera, es decir, la del Haití español; pero también puede acercarse el inicio del proceso, y ubicarlo el 16 de enero de 1844 con la proclamación del llamado Manifiesto de Independencia o independentista. La noche del 27 de febrero, vista en términos bélicos, no pasó nada. La historia registra el estampido de un arma de infantería de la época, en manos de Matías Ramón Mella, algunos gritos, no se registra reacción alguna por parte de las autoridades militares haitianas en la Puerta del Conde, ningún enfrentamiento ni escaramuza, no aparecen datos consignados de alguna víctima o daño material. En fin, ahí no pasó nada que merezca registrarse.

La investigación contenida en este libro, a voluntad del autor, se inicia el día veinticinco de septiembre de 1963 con el Golpe de Estado contra el gobierno del Profesor Juan Bosch y del Doctor Segundo González Tamayo. Lo consideramos así, porque en este hecho ignominioso que cercenó el primer intento de la nación dominicana de darse un gobierno democrático luego de los treintiun años en el poder o detrás del trono de Rafael Leonidas Trujillo Molina, está contenido el germen que menos de dos años después habría de parir la revuelta cívica de abril. Debieron trascurrir esos diecinueve meses, en los que se sucedieron reacciones nacionales e internacionales, denuncias y reuniones, conformidades y sojuzgamientos, revueltas y manifiestos, pactos de alcoba y complicidades, mítines y protestas, exilios, muertes y destierros, sin olvidar el alzamiento guerrillero comandado por el Doctor Manuel Aurelio Tavares Justo y sus compañeros, iniciado el 29 de noviembre de 1963, en Manaclas, San José de las Matas. El 14 de junio de 1963, en aquel mitin memorable del Parque Independencia se atrevió a proclamar, en las propias narices de los futuros gestores y ejecutores del golpe y de las autoridades que detentaban el poder: “Nosotros sabemos donde están las escarpadas montañas de Quisqueya y allá iremos a defender la constitucionalidad de la Patria” (ver:http://listindiario.com/la-republica/2010/8/21/155699/print-no-pics)

La guerrilla dividida en varios frentes regionales encabezada por Manolo tenía el objetivo fundamental de deponer a los fantoches del Consejo de Estado, presidido por Emilio de los Santos, y que tenía como Miembros al Doctor Manuel Enrique Tavares Espaillat y Ramón Tapia Espinal; reponer al Profesor Juan Bosch en el poder, es decir, una vuelta a la Constitución de 1963, promulgada por éste. La guerra patria que inició el 24 de abril perseguía los mismos fines, por eso la llamaron “Revolución”; la vuelta al orden constitucional que estaba en vigor al momento del golpe, respetando las autoridades electas libremente por los dominicanos y la reposición sin condiciones de Juan Bosch en el poder hasta concluir el período para el que fue electo.

Pero regresando a los hechos de abril, esta investigación histórica presenta un listado de los protagonistas nacionales e internacionales del proceso. En ella sobresale encabezando el Profesor Juan Bosch, a quien se le dedica un capítulo, analizando el marco de la actualidad política en que hizo su campaña, su lenguaje llano de “hijos de Machepa y Tutumpotes”, su visión del Estado moderno, su agenda de Nación y las propuestas de su Programa de Gobierno, explicado de modo sencillo y comprensible para las masas. La abierta campaña de oposición desatada por la Iglesia Católica, llegando al extremo nunca visto antes ni después en la historia, en la que el Sacerdote Jesuita Láutico García lo enfrenta en un debate radial y televisivo, además de las gestiones y secretos de confesión y sotanas vertidos en su contra por su alegada tendencia marxista leninista y, finalmente su triunfo en las elecciones celebradas en diciembre de 1962 y su posterior ascenso al poder.

Uno de los primeros y mas graves errores cometidos durante su mandato, fue el de dejar intacta la cúpula militar infectada de trujillismo y afecta de los personeros del llamado Consejo de Estado, con la posible excepción del entonces Teniente Coronel Rafael Tomas Fernández Domínguez, quien fue designado por Bosch Sub Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Dominicana. Ahora bien si no la movió ni tocó con Decreto alguno se debió a que no podía tocar esos sectores militares, beneficiados y herederos del trujillato y enquistados y apadrinados por la clase conservadora. Esa misma claque fue la que facilitó, promocionó, gestó y ejecutó el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963 y entregó el poder al funesto Consejo de Estado, una de las etapas de mayor inestabilidad y corrupción administrativa que registra nuestra vida nacional, tal vez porque ensayaban a ser demócratas siendo en realidad verdaderos abanderados del autoritarismo por vocación y formación histórica; pero en realidad no eran demócratas; estaban condenados a no serlo por haberse constituido en patrocinadores, testaferros y amanuenses de la cúpula militar que destituyó a Juan Bosch.

La historia prueba y comprueba que muy pocos golpes de estado cuartelarlos no han tenido el respaldo en las sombras y tras bambalinas de una clase burguesa y conservadora que está atenta al desarrollo de los acontecimientos para entrar en escena en el momento adecuado y luego hacerse con el poder. El caso y las intenciones no se le dieron con Trujillo en República Dominicana ni con Augusto Pinochet Ugarte en Chile. Recuérdese que Trujillo gana las elecciones de 1930 como candidato de la Coalición Patriótica de Ciudadanos, el Partido Dominicano vendría después, en julio de 1931. Y Augusto Pinochet Ugarte se hace con el poder con el apoyo decidido y claro en algunas ocasiones o tras bastidores en otras, de la burguesía conservadora chilena. En ambos casos, salvadas las distancias y el tiempo, hubo una participación velada aunque no invisible, una mente maestra, que dirigió, participó y acompañó las acciones de los militares; aunque no tuvieran la suerte que los cabecillas del Consejo de Estado.

Pero la revuelta de abril debe ser vista desde varios crisoles y desde muy variados puntos de vista. En justicia la bibliografía disponible también lo hace, aunque con especiales sesgos y manipulaciones, poniendo mas opinión repetida que datos históricos, citando mas pareceres que documentos históricos de gran valor que aportan un valor agregado a la investigación académica que todo escritor de la historia, que se precie como tal, debe realizar.

La investigación aquí contenida comienza con los antecedentes del golpe; una segunda parte describe y analiza el golpe de estado mismo: sus organizadores, sus protagonistas, ya sean nacionales o extranjeros, las manos ocultas detrás y dentro del proceso, la responsabilidad histórica de algunos de ellos, el peso de la guerra ideológica característica de la guerra fría, y por ultimo una tercera parte dedicada a abril de 1965, comenzando el mismo sábado 24, los movimientos y establecimiento de comandos de resistencia, la lucha fratricida, los sectores en pugna, la intervención militar, la Resolución de la OEA, votaciones y abstenciones y la salida de las tropas de ocupación y el establecimiento del Gobierno provisional de García Godoy.

Por último cabe destacar que los primeros en escribir acerca de los procesos de abril, no tuvieron acceso o descuidaron la cita y ponderación que aportan los documentos nacionales e internacionales. A lo sumo se dedican a narrar lo que circulaba de boca en boca o salía publicado en los periódicos. En cuanto a los documentos nacionales, o no aparecen o han sido destruidos, los que han corrido mejor suerte han sido alterados o borrados con corrector liquido con intenciones non sanctas. En cuanto a los internacionales, como los Archivos del Pentágono, del Departamento de Estado, de la Administración de Lyndon B. Johnson y de la Agencia Central de Inteligencia y de la Embajada norteamericana en el país; fueron mantenidos como información clasificada en documentos secretos por espacio de mas de cuarenta años. Esta distancia histórica de los hechos ayuda a contemplarlos y apreciarlos mejor y en perspectiva, colocándonos unos pasos a la distancia, de los cuadros y retratos de esta gran galería heroica, pero también infame, del abril de 1965.

Washington, DC
Mayo de 2011

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