lunes, 31 de marzo de 2008

LA LITERATURA SECUESTRADA

Rafael L. Trujillo y Doña María Martínez Alba.

La literatura dominicana está en una condición de secuestro. A ello no escapan ni siquiera los escritores de la llamada diáspora de Nueva York, ni el naciente cine nacional.

Las generaciones literarias dominicanas del interregno de nuestra historia conocido como la Era de Trujillo, se identifica a sí misma como la Generación atrapada. Mordazas impuestas por el Estado de cosas que se vivía, necesidad de incluir loas al tirano en las obras, incluir su nombre junto a frases laudatorias en todos los discursos, ya fueran de carácter público, privado o de actividades culturales. Balaguer se exculpa en sus Memorias de un Cortesano de la Era de Trujillo diciendo que de su pluma nunca salió un verso en honor a Trujillo.

Pero esa generación estaba atrapada por la mordaza de la autoridad, la literatura actual esta atrapada por la mordaza comercial ante la fascinación de escribir de cuando la Era era era. Trujillo, después de muerto, ha parido sus best sellers.

Ensayos, libros de historia, obras de teatro, novelas, toda manifestación literaria del postrujillismo lo tiene a él como tema central. Incluso nos asusta la idea de escribir este artículo por el temor de quedar atrapados en el mismo saco. Aquellos lo hacían por autoritarismo, estos por utilitarismo.

Pero además la claque de Trujillo, esa cantidad incierta de funcionarios, personajes de alta o baja estofa, santos de sotana y herejes, señores de armas tomar, de pluma o espada, queridas y favoritas, amanuenses, pensadores, administradores, testaferros, criados de librea, saltimbanquis y toda la retahíla de gente que lo adoró y le sirvió, también han tenido su lugar, su altar y su epitafio en la literatura dominicana postrujillista.

El tema Trujillo y su era, ha logrado unificar los escritores ideológicamente, inclusive. Tanto escritores comunistas confesos, ateos, clericales, políticamente comprometidos o no, se han unido al coro de contar la historia de esa época tan sangrienta como fascinadora.

Oscar Wilde dijo en uno de sus magistrales ensayos que la ficción es más fascinante que la realidad. El tanto hurgar en Trujillo por parte de los intelectuales y escritores dominicanos les ha castrado su capacidad de ficción, aunque han hecho algo de ficción dentro de la realidad de Trujillo, mayormente para contar lo malo del régimen. El libelo vende.

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