miércoles, 30 de enero de 2008

“El Ojo de Van Gogh”




Van Gogh ha pasado a la posteridad no solo por el corte de su oreja. Es un pintor que vendió un solo cuadro en su vida, no vivía del arte pero murió del arte, sin embargo actualmente sus obras alcanzan sumas astronómicas. Su ojo critico de esquizoide rebelde, desequilibrado, agresivo, pero lleno de vitalidad creativa que transformó la historia del arte occidental, parecía ver lo que los demás no veían, una nueva forma de crear, un lenguaje visual diferente y original. No puede hablarse de la historia del arte occidental sin hablar de Van Gogh, como no se puede hablar de modernidad sin hablar de Pablo Picasso.

Vincent Willem Van Gogh nació el 30 de marzo de 1853 en la localidad holandesa de Groot-Zunder. En esa misma fecha, pero un año antes había nacido muerto un hermano suyo y le pusieron el nombre que habían escogido para. éste. El padre de Vincent era Pastor y era tan severo como” un pequeño Papa protestante”pero su madre Ana Cornelio Carbentus tenía un carácter afable. Vincent fue enviado a un internado a estudiar, hecho que lo marcaría para siempre.

Hemos dicho en alguna parte que a un buen artista, su obra bien puede costarle la vida. Algo que en este maestro se cumplió con creces. No solo por el sentido de su suicidio físico sino por la entrega de trozos de su existencia en cada una de sus creaciones. Si escándanlo causaron sus cuadros en la sociedad holandesa de la segunda mitad del Siglo XIX, tanto escándalo y estremecimiento provocan todavía en quien los contempla. Rotura de academicismos tiesos, amaneramientos de una pintura sin discurso o con un discurso arrancado de las páginas de la vida cotidiana y su modorra, para cambiarlos en una revolución estética de formas atrevidas, de ciervos sobre campos de trigo, un tema que nadie había tocado antes, junto al moblaje de su habitación de enajenado mental en la clínica del Doctor Gachet.

Van Gogh afrontó su decisión de hacerse pintor con firmeza y seriedad. Su formación fue esencialmente autodidacta, aunque siguió la tradición de aprender a pintar copiando a los maestros anteriores, de quienes estudió a Millet y a Israel. Buscó el apoyo profesional de la Academia de Artes de Bruselas y a partir de 1885 el de la Academia de Arte de Amberes. Esos cursos le permitieron trabajar y conocer las técnicas pictóricas bajo la supervisión de un maestro y con modelos al natural. Al mismo tiempo se distinguió por preferir los temas de gente humilde y campesinos en escenas de la vida cotidiana. Su paleta por entonces se caracteriza por los tonos marrones oscuros, mientras que los dibujos tienen esgrafiados en color negro oscuro. En esa etapa inicial no le había llegado la explosión del amarillo y el verde, colores que lo marcarían después.

La pasión con que Vincent Van Gogh se entregaba a todas sus actividades, ya fuera en sus labores misioneras o como artista, caracterizó también la dramática culminación de una larga sucesión de abusos contra su propia integridad física: La noche del 23 de diciembre de 1888 se cercenó la oreja derecha. Las circunstancias del hecho no han podido y quizás nunca serán aclaradas. Paul Gauguin, que en el momento de la automutilacion se encontraba en Arles, relató quince años después, que las constantes discusiones que generaban en violencia corporal entre ellos, el desacuerdo de si convertir el estudio del sur en una comunidad de artistas, así como temas de criterios personales acerca del arte en los que estaban en desacuerdo, provocaron que Gauguin le informara a Vincent que haría sus maletas y se mudaba de la casa.

Según Gauguin, mientras pintaba una naturaleza muerta con las flores favoritas de Van Gogh, los girasoles, se le ocurrió retratar al mismo tiempo a su compañero. Cuando Van Gogh vio su retrato, hizo el siguiente comentario: “Sí, ese soy yo, pero como un loco”
A lo que Gauguin le dijo, después de esa pelea, que comenzaría inmediatamente a hacer los preparativos para marcharse. Mientras caminaba por la Place Víctor Hugo, Gauguin sintió pasos detrás suyo. Era Van Gogh armado de una navaja de afeitar, pero desistió de su ataque y se encerró en la casa amarilla donde se cortó la oreja derecha, la empacó y se la envió a una prostituta amiga suya llamada Rachel, en un aparente ritual de autoflagelación masoquista o un harakiri artístico. Este acto podría compararse al del torero que lleva la oreja del toro a su amada.

De ahí fue recluido en un hospital y llevado posteriormente a un sanatorio para enfermos mentales en Saint Paul de Mausole y luego a Saint Remy, de manicomio en manicomio buscando explicación y sentido a la vida, mientras pintaba frenéticamente, puertas, pasillos, médicos y enfermeras y copiaba sus propias obras, que su fiel hermano Theo le llevaba en sus frecuentes visitas.

Ya en 1890, año de su muerte, pensó en trasladarse a Auvers -Sur- Oise, porque allí además de estar a una hora de París, contaba con la asistencia permanente de un médico. Entonces es publicada en el Mercur de France, una primera crítica favorable a su obra, bajo la firma de Albert Aurier, donde el autor manifiesta sus simpatías hacia el trabajo del artista. En febrero de ese mismo año Van Gogh participó en la exposición del Salón de los Veinte en Bruselas y vendió uno de sus cuadros, “La Viña Roja” . El 17 de mayo abandonó el hospital de Saint Remy pasando unos días de visita en París para proseguir su viaje a Auvers.

Al día siguiente de su llegada se puso manos a la obra y pintó retratos y vistas de la ciudad en un frenesí creativo pleno de intensidad cromática, unos ochenta cuadros y sesenta dibujos en dos meses. Parecía que era el “tutti” de su despedida antes del silencio eterno. El 27 de julio Van Gogh,” preso de una inmensa soledad”, se disparó un tiro y murió dos días después acompañado por su fiel hermano Theo. Las más de setecientas cartas que escribió a su hermano constituyen un documento extraordinario sobre la vida interior de un artista excepcional, y su basta producción: Cerca de setecientos cincuenta cuadros y mil seiscientos dibujos, constituyen su legado para toda la humanidad.

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